Bajo la luz del candil (1)

febrero 16, 2008

Indumentaria y enseres de uso cotidiano en Belmonte durante el siglo XVII

Cestas, tinajas, sayas, cardones, … Una atenta lectura de alguna de las antiguas escrituras que pueblan las estanterías del Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Alcañiz puede ayudarnos a conocer diversos aspectos de la vida cotidiana de los habitantes de aquel ya lejano Belmonte del siglo XVII, una época de dificultades en la que el Reino de Aragón todavía mantuvo en vigor sus antiguos Fueros, aunque sometido al poder de los llamados Austrias “menores”.

Los inventarios de bienes y legados testamentarios redactados por los diversos notarios que trabajaron en esta localidad durante el citado siglo nos aportan un rico muestrario de

piezas de ropa, vestidos, lencería, muebles, aperos, herramientas de trabajo y otros enseres de uso personal o doméstico que formaban parte del ajuar de cada casa y de la vida diaria de los miembros de la familia que la habitaba. Un análisis detallado de este tipo de documentación puede ayudarnos a comprender un poco más como vivían y se vestían nuestros antepasados de hace ahora 400 años.

Para poder retroceder en el tiempo, vamos a considerar algunos ejemplos concretos, seleccionados por su interesante descripción de la indumentaria, los utensilios o el mobiliario que atesoraban sus propietarios.

El 19 de septiembre de 1605, el escribano público de la localidad, Joan Omedes, atendiendo a la petición de los ejecutores testamentarios de un matrimonio de Belmonte ya fallecido, realizaba el siguiente inventario de bienes, que en el mismo acto eran entregados a sus herederos, como nuevos dueños de los mismos:

Eadem die et loco (el mismo día y lugar), dentro de unas casas situadas en la villa de Belmonte, junto al portal, donde solía vivir y estar la quondam (difunta) Barbara Esteve, viuda relicta del quondam Miguel Sastre, vezino de dicha villa, que están situadas en la dicha villa de Belmonte, que afrontan con casas de Jayme Omedes y de Pedro Servera y vía pública, en presencia de mí, Joan Omedes, notario público, y de los testigos abayxo nombrados, fueron personalmente constituidos los R—- y honrados mossen Jayme Omedes, clerigo y vicario perpetuo de la parrochial de Belmonte, y Domingo Bayot mayor, labrador, vezino y habitante en Belmonte, los quales, assi como ejecutores que son del último testamento de los quondam Miguel Sastre y Barbera Esteve, cónyuges, hecho en la villa de Belmonte y por mí, dicho infrascripto notario público, recibido y testificado a quatro días del mes de noviembre del año contado del nacimiento del Señor de mil seyscientos y tres, etc., los quales, en los dichos nombres, teniendo y compliendo lo que por el dicho testamento son tenidos, preçeyeron e inbentariaron en las dichas casas los dichos ejecutores, a descargo suyo, y en testimonio de lo sobredicho requirieron por mí, dicho notario público, serne fecho acto público, etc., ex quibus, etc.

Testes (testigos), Joan Mir mayor y Joan Navarro, vezinos de Belmonte.

Et in continenti (al instante), los dichos ejecutores, presente yo notario público y testigos arriba nombrados, proçeyeron a inventariar. Et Primo empeçaron en la entrada de dicha casa, en la qual hallaron una cayxa o cofre grande con su çerraja y dentro una capa de burel, unas mangas de paño blavas y sayet. Item (y también) un sayco del cos tinad y las mangas verdes. Item un sayet morado, un sayco de estameña del cos morad, un sayco de estameña negro. Item una jaqueta de hombre morada, un sayo negro, unos caragüellos negros. Item una saya colorada. Item dos sayas verdes, una saya azul, otra saya azul. Item dos sayas moradas, dos filloles, unas coloradas y otras natanjadas. Item unos çapatos chapín, una sabana, unos manteles, dos banquiles, una pieça de estopa, una cortina en la entrada. Item, en la cambra donde murió, tres talegas de trigo y una de harina, tres tocas, unos manteles, una sabana, unos manteles, otra toca, un delante cántaros, un pedaço de torcaboques, unos manteles, una camisa, otra camisa nueba, un eyxugamanos, un delante cama, una savana, unos manteles, una coyxinera llena de embaraços. Item otra coyxinera o saco con embaraços, tres torcabocas, un paño obrado a la morisca. Item tres bridas de riça, con un saquico de lo mismo. Item una coyxinera con unos coletos y cofins. Item una azuleja labrada de grana. Item çinco tocas con dos cabets de coto. Item dos tocas de seda con dos cabets, un paño de narizes, unos manteles, una toca con dos cabets. Item un capell obrado de grana, un coleto de riça. Item otro coleto de grana, un capdell de hilo torcido, un capelled de hombre, unos manteles y un arca de pino. Item una cinta de arambre, tres panistros de saya, dos cabaços de palma, tres canastos, tres çestas, dos cedaços, quatro pieças de vidrio, un jarro de baptizar, una flaçada listada, una saya vermella y otra negra, unas plantufas con sus çapatos blancos, dos enxugamanos, un manto de estameña negro, un pedaço de estopa, unos manteles, una toca. Item quarenta y un jubillo de filo. Item una coixinera con embaraços, un cuerpo de lienço. Item una coixinera con embaraços. Item un saquico con scripturas. Item un arca de pino, una coyxinera llena, otra cayxa de pino, una çerraja de pedreñal. Item una pastera, una márfega de la cama, unos manteles, una sabana, un delante cama. Item una cadira de fusta. Item dos camissa(s). Una sabana, un banquil de forno, dos tinajas, un çiri. Item tres calderetas pequeñas y una grande, que son quatro, dos talegas de borrás baçias, unas faldetas y un sayco ruin. Item trenta escudillas, 9 platos, dos sartenes, dos espedos, dos candiles, 7 ollas, 4 caçuelas, dos çestas y un porgador, una mesa redonda, dos librillos de Calanda, un escalfador, una flaçada de pel, una márfega en la cambra, una taula de tijera, dos borraças, un cuebano de vimbres, dos falditas y un sayet, un banquito de assentar, una tinaja, más de media, de haceyte, dos portaderas, una tinaja, un salero de estaño, dos madeyxas de estopa, un rastillo y un eyxol, etc.

Todo(s) los sobredichos bienes renunciaron los dichos executores a Joan Girona, de Morella y a Miguel Sastre, herederos de dicho testamento, los quales en su poder, por cada uno de ellos, los atorgaron haver recibido, de los quales atorgaron apocha large… y a conservación del derecho, etc., requirieron a mí, dicho notario público, hiziesse acto público, etc. Large.

Testes qui supra, proximum nomynatur” (Testigos, los arriba nombrados).

Casi medio siglo más tarde, el día 3 de enero del año 1651, otro notario público de la villa de Belmonte, Miguel Juan Vallés, reflejaba en un protocolo notarial como Miguel Estevan “del Raconet” y Jusepe Marqués, vecinos de la villa de Belmonte y tutores y procuradores testamentarios de los menores de edad de 14 años, Cosme y Salvador Navarro, hijos del difunto Blas Navarro, y de su viuda, Paula Cardona, comparecían ante el Justicia de la villa de Belmonte, Juan Vallés de Murria, declarando que, para la buena conservación de los bienes muebles que correspondían a los citados pupilos, como herederos de su difunto progenitor, requerían la realización ante notario de un inventario de los mismos, tras haber acordado una partición de los bienes existentes con la citada Paula Cardona, madre de los menores.

El notario redactó una detallada lista de todos los bienes que habían correspondido a dichos pupilos y que se encontraban almacenados en la casa donde vivían. La relación se transcribe íntegramente a continuación:

Cédula siquiere inbentario de los bienes muebles de los pupillos del quondam Blas Navarro, que son Cosme Navarro y Salvador Navarro, habitantes en la villa de Belmonte.

Primo, un par de portaderas erradas, más un rastrador de piedra, más un tonel de cabida de veinte cántaros, más unas pedreras, más un trillo de dos tablas bueno, más quatro gallinas, más quarenta quartales de trigo, más un caiz i dieziocho quartales de ordio sin refacción, más una mantellina azul, más una escopeta de cinta sin cerraja, más una açada vieja, más tres orcas y un orcón, más un caldero de tres cántaros, poco más o menos, más unas devanaderas, más un señalador de basos, más un punal viejo, más unos estréudes de ierro medianos, más una reja de peso de onze o doze libras, más una mesa de tijeras, más unos cardones, más dos redomicas de vidrio, más una cesta de cañas y vimbres, más una olla de ocho dineros, más quatro platos medianos y el uno esportillado, más un panerico de sarga, más dos escudillas i una caçolica, más un cortador de carne de madera, más un tablero de hir al orno mediana(o) y una venta(dora) de paja y una espada vieja, más una cesta de cañas y sargas, más una tabla sin pies, más tres tinajas aceiteras, más una de vino grande, más una talega oliera, más una parreta de tener olivas, más un arca vieja, más una podadera vieja i una banqueta de quatro pies y una muela sin malillas de esmolar, más siete almudes de sal”.

Los tutores sobredichos los recibían y prometían tenerlos bajo su custodia para entregárselos a sus pupilos cuando correspondiese.

Como podemos apreciar, en este inventario apenas se citan piezas de indumentaria, pero hay que tener en cuenta que el conjunto de bienes citados tan solo estaba constituido por una parte del patrimonio común del matrimonio más algunos objetos, primordialmente personales, que debían ser propiedad del difunto marido, por lo que es muy probable que la mayor parte de las ropas, vestidos y ajuar doméstico de la casa continuarían perteneciendo a la viuda tras la partición realizada.

Aunque de forma esporádica, en los testamentos también aparecían algunos legados con descripciones de bienes muebles, indumentaria o ropas de cama o de mesa. El 24 de enero del año 1664, el citado notario de Belmonte, Miguel Juan Vallés, redactaba el testamento de Miguel Navarro, vecino de dicha villa y familiar del Santo Oficio, el cual, entre otras donaciones, dejaba a Damiana Navarro, hija suya y de su primera mujer, “dos savanas, la una de cannemo (cañamo), la otra de estopa, medio andadas, más quatro servilletas o paños de mesa, unos manteles de cordonetes de cannemo, una toca de cannemo, más un arca de las medianas”. A su segunda mujer, Julita Baiot, le dejaba también “la vida y usufructuo” en un vergel suyo “camino la nevera” y “en un aposiento que está en las casas de mi abitación ….. que salle de la puerta de la cozina, que le aian de dar entrada para dicho aposiento por la puerta principal de dichas casas y assimesmo que aia de tener abitación al dicho fogar y gozar del fuego que hiziere en dicho heredero”. De este modo, aseguraba a su actual cónyuge el disfrute de una habitación “caliente” en casa mientras viviese, independientemente de los futuros deseos de los herederos.

El mismo escribano, anotaba en otro protocolo notarial realizado el 12 de enero de 1670 un legado testamentario de Juan Castellnou, labrador, vecino de dicha villa, que dejaba de gracia especial a su sobrino, Juan Castellnou “todas las ropas de mi llevar excepto la capa buena, un sombrero, çapatos y espargatas (alpargatas de cuerda de esparto) todo nuevo”, mientras que a su mujer, Casilda Cros, le legaba “siete varas (medida de longitud) de paño … y unos estovallos (toallas, piezas de lienzo) largos”.

Dos días después, el 14 de enero de ese año, en otro testamento redactado por dicho notario, Alexos Baiot, labrador, vecino de la citada villa, dejaba de gracia especial a su hermano, Cosme Baiot, mancebo, “todas las ropas de mi llevar, así de lino como de lana, y dos cucharas de plata”. A su mujer, Jusepa Arbona, le dejaba “la cama que yo duermo conforme estará el día que yo muriese”.

Las referidas donaciones nos aportan una valiosa información sobre la vida cotidiana en la población. Su interés no solo es importante para poder conocer como eran los vestidos y piezas de indumentaria personal de los testadores o saber que tipo de ropa y objetos formaban parte del ajuar doméstico de la vivienda, sino también porque permite constatar la habitual reutilización de todos los enseres y pertenencias citados por los herederos y el importante valor añadido que adquiría cada ropaje o utensilio, por insignificante y desgastado que estuviese, en el austero día a día de una buena parte de los habitantes de la localidad.

Un apunte sobre el idioma local y su plasmación escrita en los inventarios

Otra de las interpretaciones que pueden realizarse, tras el análisis de estos documentos, implica relacionar el idioma utilizado para enumerar los vocablos de cada uno de los inventarios descritos con la tradición oral catalana de la localidad. Los notarios que desarrollaron su actividad en Belmonte durante el siglo XVII redactaban los documentos o protocolos de los actos públicos en los que intervenían en castellano. Esta situación había sido diferente a lo largo de la baja Edad Media, ya que en los siglos XIV y XV, la utilización habitual del catalán como idioma de comunicación principal entre los vecinos de la población se plasmó de forma escrita en los protocolos notariales. Desde inicios del siglo XVI se produjo una progresiva castellanización de este tipo de documentos, al generalizarse la utilización del idioma castellano en la redacción de los instrumentos notariales aragoneses. Este hecho hacía difícil su labor a estos escribanos, ya que debían traducir los textos de un idioma, el realmente utilizado por la población, a otro distinto. La mayor dificultad estribaba en escribir “correctamente” en castellano los nombres (antropónimos) de las personas y de los lugares y partidas de tierra (topónimos) o, como en este caso, las palabras empleadas para designar objetos o utensilios de cualquier tipo, que habitualmente eran denominados en catalán por los habitantes de dicha localidad. Este proceso de transformación y sustitución de dichos vocablos duró muchísimo tiempo. Aunque ambos inventarios se redactaron en castellano, si nos fijamos en el realizado en el año 1605, observamos todavía la presencia de un gran número de vocablos escritos en catalán, cantidad muy superior a la existente en el inventario de 1651, donde son casi inapreciables. Denominaciones catalanas de objetos (aixol, borrassas, cabdell, cadira de fusta, caixa, cambra, capell, ciri, cos, eixugamans, filloles, flassada, pastera, taula, torcaboques), colores (vermella, blavas) o antropónimos (Joan, Bayot), que aparecen en el texto de principios de siglo, son visiblemente indicativas de esta situación, mientras que su presencia es mucho más escasa, casi nula (topónimos como raconet), en el inventario realizado a mediados del siglo XVII.

(Continuará)

ALBERTO BAYOD CAMARERO