Las cosas sencillas

febrero 16, 2008

Mari Calvo
Una ola de protocolo nos invade. Bendita ola. Porque también nos invade una ola de falta de educación, de ausencia de cualquier tipo de cortesía, de moral y ética generalizada.

Observemos que cada vez son o somos menos los que damos las gracias y pedimos las cosas por favor. Creemos que no tenemos que dar las gracias por nada., que todo tiene que ser por nuestra bella cara. Y que, por tanto, tampoco se debe pedir nada por favor, sino por imperativo legal, con el reglamento o el libro de reclamaciones en la mano. Y así nos va.

La intolerancia es otro punto generalizado en nuestro entorno. En el tiempo que llevamos de curso escolar son constantes las noticias de agresiones en institutos, colegios, etc. Me impresionó el maltrato y posterior asesinato de una chica de quince años en Murcia. Otro chico jovencito que no soportando las vejaciones, insultos y humillaciones de sus compañeros, se quita la vida tirándose desde un quinto piso…, y así casi a diario. Humillaciones, agresiones, insultos y, en resumen, familias destrozadas.

¿Qué nos está pasando?

Es verdad que somos muchos, que nuestro querido planeta azul está superpoblado y que soporta un sobrepeso de injusticia, hambre, incomprensión… Es verdad que es difícil convivir, escuchar, aceptarse, amarse. Y a veces lo hacemos con pocas ganas y a codazos.

¿No será que la clave está en compartir? Compartir la soledad, el frío, la tristeza, la alegría, la lluvia y el mar y su grandeza. Los libros, las palabras, los ideales, nuestros pensamientos, todo cuanto nos rodea. Esa naturaleza maravillosa que tanto nos enseña.

Si lo hacemos ¿No es posible que algo se consiga?, que nuestra juventud vea en nosotros cómo saboreamos las cosas sencillas, el día a día y que sepamos transformar lo cotidiano en trascendente.


Curso de teologia para toda la familia

febrero 16, 2008

Desde el corazón de la polémica sobre la clase de religión en las escuelas, nos atrevemos a ofrecer un espacio “por entregas” de “Teología para toda la familia”. No se trata ni de catequesis, ni de doctrina, no nos pronunciaremos sobre la existencia de una verdad última o no. Se trata de reflexionar sobre el fenómeno humano de las religiones vistas des de la razón (fenomenología de las religiones), partiendo del ser humano como persona abierta a una posible revelación divina.

En este primer capítulo, intentaremos hacer una reflexión previa sobre algunos rasgos del comportamiento humano que pueden dar alguna pista acerca del porque puede ser razonable creer, aún cuando sea imposible su demostración sólo a través de la razón. Partiremos de algunas reflexiones para más adelante adentrarnos, por medio de algunas pinceladas, a las distintas religiones y más importantes que encontramos en nuestro mundo.

Comenzaremos por constatar que el ser humano es un ser que inevitablemente desea. No podemos no desear, desear la muerte ya es un deseo. Pero básicamente nuestros anhelos se mueven en las coordenadas del ser amado (familia, pareja, amistades) y del ser creadores (profesión, etc..). Consciente o inconscientemente todos tenemos alguna creencia que afecta a la globalidad de la vida, i su certeza no se puede demostrar. Las expresiones: “sólo creo aquello que veo”; “todo es relativo”; “al final triunfará la verdad”, etc.., son también afirmaciones que con o sin razón comportan una visión de la globalidad de la vida.

El ateismo (no hay Dios), el agnosticismo (ni afirma, ni niega a Dios), el cristianismo, el islam, el budismo, el hinduismo, la new age (nueva forma de gnosticismo, de gnosis=sabiduría)…., son creencias, son “fes” que implican una visión no demostrable de la realidad.

En este plano, también podemos darnos cuenta de que cualquier creencia personal implica un margen de contradicción, y entenderemos por contradicción aquella cosa que no es explicable. Por ejemplo, una visión atea nos plantea la vida, la inteligencia, el arte…, surgidos sólo del azar; un cristianismo nos plantea el gran desafío de explicar cómo un Dios bueno permite el sufrimiento del inocente, una creencia en la reencarnación nos limita el valor de la vida actual y del individuo… y podríamos dar un largo etcétera. Aún así, el hombre sigue optando por alguna creencia y asume el margen de contradicción que ésta implique porque esto es propio del ser humano.

Otra pista a tener en cuenta es que el ser humano más que un “animal racional” es un animal que “razonablemente confía”. El centro de gravedad de esta percepción que proponemos se desplaza de la capacidad de analizar, a la capacidad de confiar en base a motivos razonables, porque vivimos en nuestra cotidianidad constantes actos de confianza: la comida que compramos, los datos geográficos que nos dan, las relaciones humanas…. Si tuviéramos claros todos los datos de una situación o de una persona para poder actuar, no lo haríamos nunca.

Inevitablemente las personas actuamos i tomamos decisiones pequeñas o grandes a cada momento. Podemos cambiar el sentido (el contenido) de nuestras acciones pero no podemos dejar de actuar y en estas actuaciones intervienen inevitablemente nuestros condicionamientos éticos y morales. Constantemente nos estamos definiendo, entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, la belleza y la fealdad, la integridad y la dispersión, el egoísmo y la solidaridad, la justicia y la injusticia….. Todo esto, ¿responde simplemente a una fatalidad?, o bien tiene algún sentido, ¿responde a alguna lógica escondida?

Por último y para acabar esta introducción a la visión del hombre como un ser abierto a una posible revelación divina, tomamos como punto de partida nuestros deseos más interiores, los cuáles nos llevan constantemente a actuar de maneras distintas frente a situaciones diversas. Nos referiremos en primer lugar a aquellos deseos más radicales como el deseo de ser, amar, conocer, actuar… Y en segundo lugar a aquellos que pertenecen al plano de los “objetos” concretos que deseamos, como el coche, el libro, una película, un vestido….. Los primeros sólo los vemos en tanto que los podemos expresar, y esta expresión generalmente se encarna en los segundos, esto es lo mismo que decir que saciamos parcialmente nuestros deseos más radicales por medio de aquellos objetos finitos, palpables, mesurables. Pero por experiencia sabemos que nuestro deseo más radical, nuestra voluntad más profunda es infinita y nunca queda del todo “saciada” por ningún objeto. Tenemos un deseo infinito de amar y de ser amados.

De esto dicho anteriormente, una posibilidad que podemos extraer es la de llegar a la conclusión de que si ningún objeto dentro de la cadena de las realidades humanas puede saciarnos del todo, entonces puede llegar a ser razonable creer que la única realidad que de alguna manera podría saciarnos como humanos con deseos que somos, tendría que ser una realidad o un objeto de fuera de esta cadena humana: una realidad infinita, trascendente, divina…, realidad que cada religión, cada creencia, cada filosofía ha configurado según su historia, su cultura, su percepción de la realidad y su evolución dentro del mundo.

Con estas primeras conclusiones, que pueden ser o no ser compartidas por todos, pero que en todo caso nos permiten partir de un punto con cierta lógica, seguiremos hablando en posteriores publicaciones; más concretamente sobre algunas de las grandes religiones y tendencias o creencias religiosas más importantes que se han dado a lo largo de la historia.

 

Gloria Izquierdo Mir


La familia, fundamento de la sociedad (II)

febrero 16, 2008

 

JAVIER ÚBEDA y ESTHER SÁNCHEZ

 

LA FAMILIA, TERMÓMETRO Y AGENTE DEL CAMBIO SOCIAL

En cada sociedad se conservan, mediante las instituciones, los modelos de comportamiento necesarios para vivir en ella. El término tradición no tiene, pues, primariamente un sentido político, sino estructural y general. Una sociedad no está continuamente alterando sus esquemas de vida; al contrario, está, casi continuamente, transmitiéndolos y precisamente como garantía de supervivencia. La tradición opera antes que nada por una imitación discontinua y diversificada. Y la institución social en la que se da, de modo continuo, la imitación diversificada, es la familia. No debe extrañar por eso que los cambios sociales tengan en la institución familiar el termómetro más significativo.

La familia no es una institución estática. Su esqueleto estructural se mantiene en la historia y no se ve –globalmente- cómo podría ser de otro modo: habrá siempre familia como estable relación entre un hombre y una mujer para el amor mutuo, la procreación y la educación de los hijos.

Aunque este esquema estructural permanece invariado, los modos de la institución han cambiado muchas veces en la historia. Si dejamos a un lado los estudios de antropología cultural en sociedades minúsculas, y nos limitamos al ámbito occidental, se puede afirmar que desde principios del siglo XX hasta nuestros días el modo de la familia ha registrado una transformación espectacular.

La familia actual, en los países con civilización predominantemente industrial y urbana, no es ya la familia extensa (padres, hijos, tíos, primos, cuñados), de casa grande y de amplias relaciones de vecindad. La familia de hoy es nuclear (padres e hijos), de casa pequeña, de departamentos cercanos en el espacio pero muy lejanos en el ambiente y en las relaciones humanas. La urbanización –las grandes colmenas humanas- no traía consigo necesariamente la deshumanización: pero, de hecho, ha contribuido al anonimato, a la falta de solidaridad y a debilitar el sentido de la vecindad.

Contra lo que vulgarmente se piensa, la familia no es una institución que obstaculice el establecimiento de nuevos esquemas de comportamiento. Una vez que los nuevos esquemas han penetrado en muchas familias, éstas se convierten en los más eficaces catalizadores para su activación y consolidación. En una civilización de masas, la singularidad de la familia pierde además importancia, por el conocido fenómeno de que los esquemas de comportamiento se hacen extremadamente parecidos –cuando no idénticos- a nivel internacional.

Si a primera vista las presiones sociales generales inciden sobre la familia, modificando sus esquemas de comportamiento, es mucho más importante y progresivo el fenómeno contrario: las familias así modificadas cobran tal fuerza de transformación social que ningún otro instrumento puede ganarle en rapidez y en eficacia.

Si la familia, como se acaba de ver, no es una institución estática, sino un poderoso y disperso mecanismo de transformación social, todos en la sociedad defienden a la familia: lo que sucede es que cada uno defiende aquel concepto de familia que espera utilizar para su propia perspectiva de la transformación social o política. Del tipo de familia que se construya depende medularmente el tipo de sociedad.

En How to avoid the Future, el escritor inglés Gordón R. Taylor publicó hace algunos años interesantes reflexiones sobre la familia, recogidas en Die Welt: “La familia es el microcosmos de la sociedad; una familia en la cual los niños pueden hacer casi todo, significa preparar una sociedad en la cual casi todo es posible; una familia desordenada, significa una sociedad caótica; una familia llena de odio, equivale a una sociedad de gentes que se odian; una familia que está a punto de romperse da lugar a una sociedad que está a punto de quebrar”.

Taylor recordaba también una experiencia vieja como el hombre, aunque la presentaba con lenguaje actual: “Los psicólogos han elaborado modelos que explican cómo se forma la conciencia de los niños, como producto de la aceptación e interiorización del ejemplo de los padres”. Y el escritor inglés hacía ver que el problema de la disgregación familiar es hoy “el más importante de la sociedad, más que los problemas políticos y económicos, en los que nuestros líderes emplean la mayor parte de su tiempo”.

La familia, fundamento de la sociedad


EL FUTURO DE LA FAMILIA

Bueno será, en estos tiempos en que tanto se habla de cambios, pararnos a pensar en el futuro de la familia misma. Porque con mucha frecuencia se oyen profecías apocalípticas y se ven gestos desdeñosos referidos a instituciones llamadas a desaparecer en el proceso irreversible de la Historia. Una de esas instituciones es la institución familiar. ¿Desaparecerá la familia?

Siendo el amor la fuerza que ha unido a los esposos, de cuya unión proceden los hijos, no será una simplificación indebida considerar que todo el problema de la familia se resuelve en un problema de amor. Entender bien el amor es condición indispensable para entender bien la familia.

El amor matrimonial es un tipo específico de amor en el que confluyen por una parte factores sentimentales y por otra factores voluntarios.

El amor no es simplemente una cosa que viene o se va sin que se sepa cómo, sino que, en tanto que actitud humana, es susceptible de un cultivo, de un cuidado, algo que nace de la decisión que una persona toma de conservar el amor y aun de acrecentarlo.

Igualmente se debe distinguir entre el amor posesivo y el amor oblativo. La natural tendencia del hombre le lleva a dar a su amor un carácter predominantemente posesivo. Pero igualmente responde a una profunda necesidad psicológica el amor oblativo, es decir, la entrega al otro a través de la voluntad efectiva de servirle, con lo que se hace eficaz y fecunda la vida del ser humano. El carácter oblativo del amor puede sin duda reforzarse a través de la voluntad efectiva de servir al otro con palabras y con obras.

En el marco que del amor se acaba de diseñar, en su doble vertiente, fenómeno sentimental y operación de voluntad, posesivo y oblativo, encajan y pueden tener solución adecuada todos los problemas de la familia.

Todo el mundo ha experimentado las dificultades interiores de la vida familiar. Frustraciones, desacuerdos, tensiones, riñas, separaciones, conflictos, ponen de relieve la existencia de dificultades interiores, junto con la acción de factores externos (concepto romántico del amor, falta de unidad económica en la familia, dispersión familiar, etc.) que contribuyen al deterioro de la familia y explican el que se busquen nuevas formas de institución familiar, y hay incluso hasta quienes vaticinan su desaparición.

En el deterioro de la familia y en el camino hacia su destrucción, aunque la influencia de los factores externos, sociales, sea importante, influyen mucho más, son decisivos, las tensiones y conflictos internos. La desadaptación y la insatisfacción familiar son factores influyentes en la desintegración de la familia. Algunos de los profetas de la desaparición de la familia señalan como causa el ordenamiento social que impone demasiadas restricciones innecesarias a la humanidad. Vale la pena tener en cuenta que aun cuando estos ordenamientos tienen un carácter social, sin embargo, son onerosos en la medida en que no se aceptan íntimamente por aquellos a quienes van dirigidos.

La desadaptación y la insatisfacción familiares, en rechazo del orden familiar por penoso, son, en última instancia, manifestaciones de la debilidad o inexistencia del amor. No tenemos por exagerado decir que la desintegración de la familia no es sino una consecuencia de la desaparición o el deterioro del amor.

Cuando los sociólogos empiezan a hablar de la desintegración familiar comienzan diciendo que la institución familiar está muy regulada, hecho que si bien por una parte contribuye a definir claramente la institución y los comportamientos familiares, por otra parte constituye un conjunto de ataduras o limitaciones difíciles de aceptar y respetar.

Tres perspectivas parece que se ofrecen a la familia del futuro:

La primera, extrema, es la desaparición de la institución familiar como entidad innecesaria y que se opone al libre desenvolvimiento de la persona y a la necesaria evolución de la sociedad.

La segunda es la de una familia inestable, que puede constituirse por voluntad de los esposos, pero que se puede disolver en cualquier momento.

La tercera, permanencia de la institución familiar como una entidad necesaria para el desenvolvimiento individual y social, con caracteres de indisolubilidad y permanencia.

Por lo que ha venido aconteciendo hasta ahora, podemos suponer que seguirán persistiendo factores positivos que contribuirán a la permanencia y estabilidad de la familia. Entre ellos puede mencionarse:

Criterios y valores heredados y aceptados a favor de una familia necesaria y estable.

Presiones sociales que por razones doctrinales, políticas y aun económicas actúen a favor de la estabilidad familiar y en contra de su disgregación.

Acertada elección del cónyuge, que por sus condiciones de edad y formación más garantías razonables ofrezca de una unión verdadera.

Semejanza de antecedentes en los casados, tanto desde el punto de vista socioeconómico cuanto desde el educativo y religioso.

Relaciones de parientes y amigos que contribuyen al desarrollo normal de la vida familiar sin conflictos graves o que ayudan a la solución satisfactoria de los conflictos cuando surgen.

Pero sobre todos estos aspectos positivos podemos mencionar uno, aun cuando la expresión pueda parecer fuera de moda: la firmeza del amor. Es éste un factor que ya no se halla en el contorno social, sino en el interior de la persona. El problema está en si el amor será capaz de vencer las grandes dificultades y sobre todo los pequeños obstáculos que la rutina de la vida introduce día tras día.

Entre los obstáculos a la permanencia de la familia se suelen señalar determinados factores que están en el ambiente:

Leyes favorecedoras del divorcio, del aborto, etc. También se puede hablar, ¡cómo no!, del influjo negativo de las ideologías que hoy dominan el mundo.

Si trasladamos estas ideas al campo de la familia y del amor familiar, las podemos ver en toda su capacidad corrosiva.

Pero si el amor se entiende como operación de voluntad, dicho de otro modo, como donación personal en él tendremos la garantía de continuidad de cada familia en concreto y de la institución familiar en general.

Es verdad que en el sentimiento no se manda directamente. Pero cuando el amor de sentimiento, inicial tal vez en la unión de dos personas de sexo diferente, se une la decisión voluntaria de entregarse a la persona amada, el sentimiento se ve reforzado por la acción de la voluntad. Esta encuentra su premio en el amor mismo.

En nuestros días, generalmente la familia se inicia con el enamoramiento, real o aparente, de un hombre y una mujer. Es una situación inicial en la que el amor pide una retribución inmediata. Se acepta con gozo el amor porque resulta un sentimiento placentero. A las palabras de amor la persona amada responde con expresiones semejantes. Las palabras, la presencia o la esperanza de la presencia de la persona amada llenan la vida entera del enamorado; pero si hay un desacuerdo, si la respuesta no es la que se esperaba, si las palabras, las actitudes o los actos de la persona amada no se acomodan a nuestro modo de ver, el amor sufre, se resquebraja, se deteriora, empieza a disminuir.

El amor es fuerte únicamente cuando es incondicionado, cuando no pide otra recompensa que la existencia del amor mismo. Cuando en lugar de pedir…, da. Tenemos la impresión de que apenas si se ha mencionado en algún sitio la íntima vinculación que la lealtad tiene con el amor. Pero la verdadera lealtad está en que la limpieza de la unión no se manche ni la fidelidad se rompa.

El hombre es libre para ofrecer su amor. Pero una vez ofrecido no tiene otros derechos sino el de encontrar en la lealtad a ese amor su fortaleza y en el amor mismo su recompensa. Cuando de un modo permanente el hombre ha llegado a esta situación, puede decirse que está en el amor.

La permanencia de la familia como entidad estable no tiene otra garantía que la participación en un concepto claro del amor y la aceptación gozosa de sus exigencias.

Por su parte, el poder civil ha de considerar como un deber sagrado: reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, ayudarla y protegerla (una faceta importante de este deber del Estado es el desarrollo jurídico de los derechos fundamentales de la persona que hacen referencia a la familia); defender la moralidad pública; fomentar la prosperidad del hogar; garantizar el derecho de los padres a tener hijos y a educarlos en el seno de la familia; proteger con legislación adecuada y con diversas instituciones, y ayudar de forma suficiente, a los que desgraciadamente carecen del bien de una familia propia.

La familia es insustituible y como tal, ha de ser defendida con todo vigor. Es necesario hacer lo imposible para que la familia no sea suplantada. Lo requiere no sólo el bien privado de cada persona, sino también el bien común de toda sociedad, nación y estado.

La familia ocupa el centro mismo del bien común en sus varias dimensiones, precisamente porque en ella es concebido y nace el hombre. Es necesario hacer todo lo posible para que desde su momento inicial, desde su concepción, este ser humano sea querido, esperado, vivido como valor único e irrepetible. Debe sentirse importante, útil, amado y valorado, incluso si está inválido o es minusválido; es más, por esto precisamente más amado aún.

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BIBLIOGRAFÍA :

– Javier Úbeda, Matrimonio y familia, La Comarca, Alcañiz (del 19 al 25 de mayo de 2000).

– Javier Úbeda, El futuro de la familia, La hora del Bajo Aragón 23, Alcañiz (7 de febrero de 2003).


















 


Teruel existe, pero … ¿piensa?

febrero 16, 2008

Juan José Belvis Mompel

Los amigos comentaron que podría informarles sobre “Teruel Existe”. Puedo comunicar mis opiniones que siempre serán subjetivas y vendrán sesgadas por el hecho de que dejé de representar a la CNT en dicha Coordinadora allá por el 2002?

En 1996 se formó en Teruel la Plataforma de defensa del Ferrocarril, que con desigual actividad sigue existiendo. El PSOE de un plumazo había calificado al “Central de Aragón” de línea C (a extinguir por el procedimiento de no realizar inversiones en ella). El PP seguía la misma tendencia respecto a nuestro ferrocarril. Hubo un pleno municipal para valorar dicha situación y se formó dicha Plataforma, en la que por cierto participó activamente el actual consejero de Fomento Sr. Javier Velasco.

Posteriormente se formó una Plataforma de mejora en la asistencia Psiquiátrica, se trataba de hacer cumplir al Gobierno de Aragón la normativa que exige cobertura psiquiátrica de Agudos en los Hospitales Generales, ante la evidente necesidad de ella en los posibles ingresos por afecciones orgánicas de los pacientes psiquiátricos.

También había una plataforma del Transporte sanitario, sobre todo el medicalizado, al estar Teruel a 180 Kms del hospital de referencia mas próximo (Zaragoza) y haberse dado varios casos que evidenciaban tal defecto.

Todas estos movimientos ciudadanos trabajaban, analizaban, informaban, reivindicaban sin la menor respuesta por parte de las instituciones gubernativas Centrales u Autonómicas. Se había hablado y escrito sobremanera acerca de la prometida autovía Mudejar cuyas obras nunca comenzaban, y vino a Teruel el Sr. Alvarez Cascos, se hizo unas fotos junto a grandes máquinas y al día siguiente habían desaparecido ambos elementos, ministro y máquinas.

El Bajo Aragón despojado del nostálgicamente añorado “Val de Zafán”, sin proyecto de autovia al Mediterraneo y Zaragoza, con la carretera de Morella, donde era una realidad crónica la interrupción del tramo de Monroyo; tragaba sus propias hieles.

La Federación de Asociaciones de Vecinos y las distintas Plataformas Ciudadanas activas en Teruel convocan una Asamblea en la Cámara de Comercio el día 9 de Noviembre de 1999, imprevista por lo multitudinaria; después de llenar el reducido local, centenares de personas se aglutinaron en la calle y hubo que improvisar megafonía exterior. Animos razonablemente exaltados descalifican e insultan a los políticos y sus actuaciones, con un factor común de lucha por la dignidad robada a nuestra Tierra desde hace mucho tiempo y reivindicando infraestructuras ya existentes en toda España y el resto de Aragón pero negadas sistemáticamente a Teruel provincia; y así nace “Teruel Existe”.

Desde el principio se piensa en la extensión de la lucha a toda la provincia.

La Coordinadora Ciudadana se constituye como una estructura formada por la suma de las distintas Plataformas y la Federación de Asociaciones Vecinales. En realidad representantes de Partidos Políticos (PP, PSOE, PAR, CHA, IU) y Sindicatos (CCOO, UGT, CNT, STEA) y algunos ciudadanos a título individual.

El funcionamiento era asambleario y las decisiones se adoptaban tras largas horas de análisis sin necesidad de votación, por convencimiento mayoritario. El clima de las reuniones cambiaba rotundamente cuando se acercaba el tiempo de elecciones; comenzaban a aparecer por las asambleas elementos que no lo hacían de forma habitual y que todos identificamos como pertenecientes a los diferentes partidos políticos.

Propuestas lógicas en las elecciones, como sería la abstención masiva en la provincia, (castigo a los políticos) eran rápidamente aplastadas y sustituidas por una convocatoria de los diferentes representantes para que describiesen públicamente sus intenciones con la provincia (Pacto por Teruel). En estos actos quien ofrecía mas cosas era siempre el llamémosle “Partido Menor” CHA e IU, al tener menos posibilidad de llevarlas a cabo, no faltan nunca al compromiso adquirido. Los Partidos Mayores PSOE y PP, se comprometían menos pero aún así, una vez obtenida la cota de poder y capacidad de gestión han faltado ostensiblemente a lo que prometieron. El PAR, dentro de Teruel Existe se mostró discreto y cauto, si bien se le conoce como la “oficina de colocación” en la propia Ciudad y esa política pesebrista le permite un cierto y notorio poder.

Ocurren las primeras acciones, los cinco minutos de silencio, las horas de corte de la carretera a la altura del Polígono de Teruel, la reivindicación frente al Senado en Madrid, la masiva concentración – manifestación con representación de la totalidad provincial, etc. siempre con un carácter pacífico pero sumamente eficaz . La existencia de Teruel es reconocida en toda España y trasciende luego a publicaciones europeas. Además, se palpa en el ambiente una franca recuperación de la dignidad ciudadana que estaba por los suelos desde tiempos pasados.

Yo dejé Teruel Existe por decisión de mi Organización. La Confederación Nacional del Trabajo, cuando la Coordinadora comenzó a defender el paso por Teruel del AVE Madrid-Valencia sin estar asegurada la supervivencia de la línea histórica Central de Aragon. En la plataforma de Defensa del Ferrocarril, siempre habíamos pedido asegurar, con electrificación hasta Sagunto que garantizase el transporte de las mercancías desde y hacia Levante; la modernización y utilidad del ferrocarril tradicional, lo mismo que se estaba haciendo entre Zaragoza- Huesca- Pirineo. Al día de hoy, con gobierno Central PSOE y Autonómico PSOE –PAR, existen lentísimas actuaciones en el tramo Teruel- Zaragoza con iniciativas de cerrar la línea por cuatro meses que serán nefastos para los usuarios, no existen planes de electrificación en ningún tramo. La Ley del ferrocarril diseñada y aprobada por el PP con voto en contra del PSOE, solamente ha sido aplazada hasta fin de año por los socialistas; dicha ley abrirá las puertas de privatización del ferrocarril y aumentará la nebulosa de futuro para el Central de Aragón. Teruel Existe sigue exigiendo AVE, cuando el porvenir del tren tradicional es oscuro.

A nivel personal pienso que otros lugares han perdido la oportunidad y están marcados por el desarrollo agresivo con el medio natural, viviendo en grandes urbes completamente artificiales. El Capital, como organismo gestor de la Sociedad y los entes Políticos como auténticas marionetas de aquél, son los ejecutores.

El desarrollo sostenible con el Medio Natural puede ser un modo diferente y útil como valor de cambio para nuestra provincia, pero debemos exigir las justas infraestructuras que necesita sin alterar su esencia. Quizás esta propuesta aceptaría la supervivencia de muchos, mermando probablemente el lucro exagerado de unos pocos; tendencia, esta última, abundante sobremanera en la actualidad…

Seguramente, algún día de propaganda electoral, prometan AVE por Teruel del que se beneficiará la gente del negocio especulador que podrá pagarlo, pero esta tierra perderá parte de su armonía natural, su entraña se verá perturbada al sentirse cortada por la cuchilla que supone tan anhelado tren.

Teruel, Primavera del 2004

 

 

 

 


La familia, fundamento de la sociedad (1)

febrero 16, 2008

 

Javier Úbeda y Esther Sánchez

 

En la vida de toda sociedad hay dos instituciones que tienen una importancia capital: la familia y la enseñanza. De cómo sean ambas depende la formación de las generaciones futuras, y depende, por tanto, la sociedad de mañana. No obstante, los cambios sociales tienen en la institución familiar el termómetro más significativo.

Es necesario que, tanto los miembros que forman parte de la familia, como todas las fuerzas sociales que influyen sobre ella, tomen conciencia de la importancia social de la familia.

La familia es una gran institución social que influye poderosamente en la formación humana de todos aquellos que la integran, cuando la vida de la familia responde a una concepción rica de valores humanos. Padres e hijos, con una entrega gozosa y cotidiana, pueden contribuir grandemente a que la familia sea una comunidad social en la que se cultiven toda una serie de valores humanos, sociales y culturales, que contribuyan a forjar la propia personalidad de cada uno de los miembros del hogar.

En una familia, sus miembros no están situados en una misma jerarquía: hay padres e hijos; y cada uno de ellos tiene su propia tarea.

Los padres son quienes han constituido el matrimonio y han dado origen a la familia. Pero antes de ser padres deben aprender a ser esposos, a respetarse y a quererse, a crear un ambiente de cariño tierno y jugoso que se manifieste en todas las vicisitudes de la vida cotidiana del hogar.

En cuanto a la misión específica de padres, deben tener el alma despierta para no caer en la vulgaridad de pensar que su misión ha terminado con haber traído unos hijos a la vida. Además de la paternidad biológica hay una paternidad espiritual que se ejercita y demuestra en la educación de los hijos. En la realización de esta tarea deben cooperar cuidadosamente ambos.

Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos y han de sentir la responsabilidad de esa misión, que exige de ellos comprensión, prudencia, saber enseñar y, sobre todo, saber querer; y poner empeño en dar buen ejemplo. No es camino acertado, para la educación, la imposición autoritaria y violenta. El ideal de los padres se concreta más bien en llegar a ser amigos de sus hijos: amigos a los que se confían las inquietudes, con quienes se consultan los problemas, de los que se espera una ayuda eficaz y amable.

Es necesario que los padres encuentren tiempo para estar con sus hijos y hablar con ellos. Los hijos son lo más importante: más importante que los negocios, que el trabajo, que el descanso.

La buena educación no consiste en preparar a los hijos para que sean una segunda edición de sus padres; por el contrario, busca descubrir y desarrollar los talentos propios, ejercitarles en sus libres decisiones y a ser responsables de sus actos personales; en una palabra, deben preparar a sus hijos para una vida independiente en la que sepan desenvolverse con soltura y con sentido de responsabilidad. Los padres deben educar a sus hijos de tal manera que puedan elegir libremente la vocación para la que se sienten más capacitados y ser felices en el estado de vida para el que se sienten llamados.

Los hijos, por su parte, deben contribuir generosamente a la vida de familia con el ejemplar cumplimiento de sus deberes específicos (estudios, trabajo) y correspondiendo a los beneficios recibidos, mediante su agradecimiento, su amor filial y confianza, su amable fraternidad y, en su día, con la asistencia que puedan necesitar sus padres. De un modo especial deben saber escuchar los consejos que les den y prepararse para asumir con entera responsabilidad personal el estado de vida que en su día decidan tomar.

Cuando la familia es una institución viva y compacta y está llena de contenido influye poderosamente en el concierto de la vida social. Más aún, ella es el fundamento, y, en cierto sentido, el tipo de la sociedad.

La familia es el núcleo primero y vital de la sociedad.

Pero la familia también recibe el influjo de las múltiples instituciones y fuerzas sociales (Estado, cultura, ciencia, etc.), que pueden contribuir a su auge y solidez, o a su debilidad y decadencia.

Todo lo que se haga por proteger y fortalecer a la familia redunda en bien de la sociedad, puesto que es la primera escuela de las virtudes sociales y el bienestar de la persona humana y de la sociedad humana está estrechamente ligado a una favorable situación de la comunidad conyugal y familiar. Minar la familia es un suicidio colectivo y una irresponsabilidad de los gobernantes: El deber primordial del Estado es garantizar absolutamente los valores que aseguren a la familia el orden, la dignidad humana, la salud y la felicidad.

LA RAÍZ NATURAL DE LA FAMILIA

Hay un significativo paralelismo entre la situación de la familia y los derechos humanos en el mundo contemporáneo. Se observa –como ocurre con los derechos del hombre- una mayor conciencia de la importancia de la familia. Pero, paradójicamente, ambas realidades son con frecuencia rechazadas en la práctica.

Quizás no haya otro periodo –desde las grandes revoluciones del siglo XVIII- en el que se hayan gastado tantas energías a favor de un reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales del hombre. Algo parecido ocurre con la sexualidad humana y con la propuesta de alternativas matrimoniales y familiares.

Sin embargo, ese gasto de energías coincide con una degradación de aquellos índices de calidad humana de la convivencia social más directamente relacionados con el acierto o el fracaso de las estructuras familiares: por ejemplo, el descenso de la tasa de nupcialidad y de natalidad, el aumento de las rupturas matrimoniales de hecho y de derecho, el envejecimiento de la población, etc.

Esta paradoja tiende a generar una sensación de desencanto. Desde luego, la familia, como principio y fundamento de la sociedad, ha sido consagrada en los textos internacionales, pero lo mismo ha sucedido con los derechos humanos, y no por ello es menor su continua conculcación. De manera que también se percibe con honda preocupación un creciente descrédito del Derecho.

Esta crisis de la familia nos recuerda aquella tan sugestiva fábula del viaje al polo Norte que contaba uno de nuestros primeros maestros universitarios. A través de un vasto paisaje helado, azotado por la ventisca, se desliza un trineo; su único ocupante viaja hacia el polo Norte. Marcha rápido, sin parar en dificultades. De vez en cuando consulta su brújula para constatar que efectivamente marcha hacia el Norte, pero sin embargo no llega nunca. Antes al contrario, se aleja de su meta.

Conviene adquirir un poco de perspectiva para comprender el problema. Ese vasto paisaje helado no es más que un inmenso témpano de hielo, un colosal iceberg, que se desplaza hacia el Sur a mucha mayor velocidad que nuestro pobre viajero corre hacia el Norte. La meta del viaje y los ideales eran nobles. Su esfuerzo, admirable. Pero la base sobre la que se sustentaba la aventura era tan radicalmente errada que le conducía con fatalidad al polo opuesto.

Algo parecido ocurre con la actual crisis de la familia. No es tanto por falta de ideales cuanto por un error radical en la base misma desde la que se persiguen esos ideales de mejora. Y este radical yerro de la base conduce a las más diversas alternativas sexuales, matrimoniales y familiares, al empobrecimiento de los lazos humanos y a la conciencia de frustración.

La pérdida de identidad personal del hombre (en su masculinidad y en su feminidad) es la causa de la pérdida de identidad del matrimonio y de la familia.

Lo que está en juego, en el transfondo de la crisis de la familia, es el rescate de la naturaleza natural del hombre, la salvaguardia de su condición y dignidad de persona humana, única e irrepetible, libre y responsable de sus actos. Cual sea la naturaleza de la persona humana, tal la del matrimonio y tal la de la familia. Cual sea la familia, tal la sociedad, tal el hombre. Reconstruir el matrimonio y la familia –en consecuencia, la entera sociedad- a la luz de las exigencias de la dignidad personal del hombre, esa es la cuestión.

(Continuará en el próximo número de la revista)


El pastel

febrero 16, 2008

José M. Rey Bosque

Según una percepción general, atendiendo a lo que sale en los medios, parece España un país bastante peculiar en un tema: en ninguna de las naciones del mundo desarrollado parece haber tal desencuentro entre sus habitantes en relación con la identidad, las lenguas, banderas, himnos, selecciones deportivas, … Tendrán otros problemas, pero semejante “girigall” es algo propio de aquí. Se ha convertido en el tema mas utilizado por los políticos, quizá para eludir otros, y sirve incluso como motivación oficial de muchas iniciativas que se toman, como si fuera, -por ejemplo-, tan importante dirigir la sanidad como mejorarla.

Si traducimos el fondo del mensaje nacionalista, -del lenguaje político a un lenguaje más sencillo y claro al oído del hombre de la calle-, viene a decir algo así como: “nosotros somos diferentes”/ “hablamos diferente” / “tenemos nuestras costumbres” / “tenemos derecho a ser lo que queramos” / “no queremos estar con vosotros”. A mí realmente me suena así, aunque en ocasiones den un paso atrás y dos adelante, se contradigan, luego maticen, se conformen, desmientan, etcétera, según cómo está el patio.

El “derecho a ser lo que queramos”, como todos los derechos, lo da la ley y nada más. No es algo que venga dado en la naturaleza humana, si no es por medio de las leyes, esas convenciones inventadas por los hombres para que la sociedad sea mucho mejor que la selva. Y las leyes se cambian mediante consenso o con guerras, así es la historia. Si se cambian por la fuerza, algo realmente tremendo estará pasando -opresión, explotación, violencia-; y si se cambian por consenso, deberán ser votadas.

Nuestras costumbres”, “somos diferentes”; digo yo: ¿quién no lo es? Y siendo así: ¿diferente respecto a qué y de quién? Viajando un poco se puede ver como cada lugar tiene sus rasgos, cada región, pueblo, barrio, y cada persona. Entonces, ¿qué da el grado de diferencia al que aluden los nacionalistas? ¿Tal vez el idioma? Ah!, el idioma, la prueba final, el arma definitiva; pero el idioma no hace las fronteras sino que siempre las supera, porque nace para comunicarse, no para aislarse. A los estudiosos de las lenguas no se les consulta en las decisiones políticas, y sin embargo el idioma es utilizado políticamente a todas horas. Ni todas las zonas donde se habla castellano pertenecen al estado español, ni todos los sitios donde se habla euzkera tienen porque ser País Vasco, creo que no hace falta seguir con el inglés.

Entre las muchas situaciones comunes a todo el género humano que desencadenan sentimientos, está la llamada “afiliación a grupo”. Cómo cada sociedad entienda el grupo y sus características, es algo que pertenece al ámbito educativo, y es variable en el tiempo. Pese a ello –o precisamente por ello- los políticos nacionalistas continúan adelante. Apuntan los tantos en el marcador local y miran hacia otro lado cuando les conviene, adoptando un gesto de verdadera incomodidad, a veces hostilidad, hacia lo español. Y hacen verdaderos esfuerzos para asociar ‘español’ a lo más rancio y chabacano de nuestra historia reciente, lo cual empieza a ser un poco forzado, por que aquel señor murió hace ya 30 años. Y además, miserias tenemos todos.

Aplaudida la diversidad cultural, asentada la descentralización administrativa con sus reconocidas ventajas, uno se pregunta: ¿cuales son los agravios ahora? ¿No será que detrás del tinglado está en realidad el reparto de la tarta? Una tarta apetitosa, y más allí –¡coincidencia?- donde la corriente nacionalista es mayor. Las mismas personas honestas que denuncian que el tercer mundo tiene que cruzar el mar a nado para poder trabajar, ¿no ven que la desigualdad también está a pocos kilómetros? Y puede estar también en países del primer mundo, como en Italia, donde la diferencia norte-sur es una de las causas de que exista la mafia. La desigualdad de riqueza -y de oportunidades- es uno de los problemas más graves a que se enfrenta la humanidad, en realidad es “el Problema”. Pero a ciertos señores que quieren sacar tajada rápida parece no importarles, pretenden ser reyes de su entorno en plena era de globalización (¡abajo el ideal ilustrado, vuelve el medievo!).

Esos señores se lo tienen bien montado con sus competencias, sus televisiones y sus manuales de historia revisada. Pero no deberíamos dejar que nos engañen con esos dos cuentos que hábilmente manejan a conveniencia: el idílico paraíso a proteger (que dedican a los nativos), y el futuro de la tierra prometida (a todos en general). Su insolidario mensaje, apenas encubierto, susurra: “solos estaremos mejor, habrá más prosperidad, esos son una rémora para nuestro futuro”. Insolidaria promesa y falsa a largo plazo, por que no se disfruta de verdadera prosperidad si tu vecino no la tiene, pronto quedará demostrado con la inmigración.

Y detrás de la pretensión de controlar el poder de pequeños territorios, -tendencia generalizada ya en todas las regiones (“el que no llora, no mama”)-, aún hay algo peor, me temo: el viejo discurso nacionalista oculta un gran vacío de ideas. Nadie -nacionalistas o no- parece querer dar los pasos necesarios para intentar superar este capitalismo consumista absurdo que damos ya por normal, que va a destrozar el planeta antes de lo que parece (no lo quieren reconocer, lo sufriremos todos).

No hay ideas, no hay futuro, Dios está de vacaciones, repartámonos el pastel antes de que esto explote”, deben pensar astutos mientras se encienden un puro de esos.


Forum 2004, el negocio de la cultura

febrero 16, 2008

Alejandro Pérez

El Forum de las Culturas es un evento cultural que se celebra en Barcelona desde el 9 de mayo hasta el 26 de septiembre. Organizado por el Estado Español, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona, con el apoyo de la UNESCO, el recinto del Forum acoge durante 141 días todo tipo de actividades, como exposiciones, debates, espectáculos, talleres, etc, basados en tres ejes básicos: la diversidad cultural, el desarrollo sostenible y la paz mundial. El Forum quiere ser un espacio pluricultural en el que se pueda pensar en las diferentes soluciones para afrontar los conflictos sociales, políticos, humanos y culturales que afronta el mundo del siglo XXI.

¿Qué visitar en el Forum?

El Forum ofrece a sus visitantes un recinto innovador, lleno de actividades y exposiciones para visitar. Por ello, es necesario saber que es lo que se quiere ver porque es materialmente imposible visitar todo lo que ofrece el recinto en un solo día (se recomienda comprar la entrada de tres días para poder conocer el Forum con tranquilidad)

Uno de los aspectos que más destacan de este evento son los diálogos, en los que se analizan diferentes aspectos culturales, socio-políticos y humanitarios con la presencia de destacadas personalidades expertas. Es imposible aconsejar un diálogo en concreto, puesto que éstos se celebran de manera temporal y deberá ser el propio visitante quien decida cuál es el diálogo que más le interesa en función de la fecha en la que visite el recinto.

Por otro lado, las exposiciones son otro de los puntos fuertes de esta evento. Los Guerreros del Xi’an, Ciudades-Esquinas, Habitar el Mundo o Voces son quizás lo más destacado en este apartado.

Además de todo esto, el Forum ofrece espectáculos diariamente (se repite cada noche la ceremonia de inauguración) y un sinfín de actividades para todo aquel que quiera visitarlo.

Pero como todo, el Forum también tiene su lado oscuro. A nadie se le escapa que tras los conceptos “oficiales” que aglutinan este evento, el Forum de las Culturas es un negocio en el que el visitante debe asumir un elevado coste económico si quiere disfrutar del recinto. El Forum es caro, carísimo, lo que demuestra una falta de tacto tremenda por parte de las autoridades. La cultura no debería tener fronteras, pero nuestras autoridades han creado la más grande de todas ellas (la economía de las personas) para generar una sensación de elitismo alrededor de este evento. Grave error que intentan solventar permitiendo que la gente pueda entrar comida en el recinto, por poner un ejemplo. 21 euros de entrada general por día, más el coste de participar en los diálogos, parking, etc. Sencillamente, una exageración.

El Forum lo hemos pagado entre todos y, como es habitual, el beneficio real de todo este engranaje se lo llevarán los de siempre. No estaría nada mal que uno de los diálogos del propio Forum analizara este aspecto, en el que con casi toda seguridad, los asistentes mostrarían su enfado…


Circulando por la red

febrero 16, 2008

 

EL DISEÑO DE LA EMPRESA ESPAÑOLA

En 2001 se celebró una carrera de remo entre empleados de una empresajaponesa y de otra española. Se dio la salida y los japoneses empezaron a destacar desde el primer momento, llegando a la meta con una hora de ventaja sobre el equipo español. La dirección de la empresa española analizó las causas de tan amarga derrota y advirtió que el equipo japonés estaba compuesto por 10 remeros y un jefe de equipo, mientras que la tripulación española la componían 10 jefes de equipo y un remero, por lo que se decidió adoptar las medidas adecuadas.En 2002, la tripulación japonesa llegó dos horas y media antes que la española. La Dirección se volvió a reunir y, tras un sonoro rapapolvo a la Gerencia, concluyeron que los japoneses habían repetido estrategia (10 remeros y 1 jefe de equipo) mientras que la innovadora tripulación española, remozada tras las eficaces medidas tomadas el año anterior estaba compuesta por: 1 jefe de equipo, 2 asesores a gerencia, 7 jefes de sección y 1 remero. La conclusión de la dirección fue unánime: el remero es un incompetente.

En 2003 tras encargar una innovadora trainera al departamento de nuevas tecnologías, la ventaja de los japoneses fue de cuatro horas. El equipo directivo reunido para analizar las causas del nuevo desastre comprobó que el equipo nipón había optado por la ya tradicional formación (1 jefe de equipo y 10 remeros), mientras que el español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del departamento de Organización, optó por una formación mucho más vanguardista: 1 jefe de equipo, 3 jefes de sección con plus de productividad, 2 auditores de Arthur Andersen y 4 vigilantes jurados que no quitaban ojo al único remero de la tripulación, al que habían amonestado y castigado quitándole los pluses e incentivos tras el fracaso del año anterior.

Tras varias horas de reuniones, se acordó que, para la regata de 2004, el remero sea un becario o en su defecto, una contrata externa, «ya que, a partir de la vigésimo quinta milla, se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla, actitud que roza el pasotismo y con comentarios del tipo : «Va a volver a remar su puta madre » al llegar a la línea de meta.


Descubrimiento

febrero 16, 2008

Raquel Royo

Encontrar paz ha sido un objetivo anhelado por mí durante mucho tiempo. La paz que se refleja en una mañana luminosa, en el sonido que acompaña al silencio, en la quietud de parajes y paisajes, en la sintonía de los colores de un campo labrado o florido, de sabores que te remontan a antaño … a épocas en que “prisa” era una palabra que sólo se utilizaba para espolear a los peques -colonia y peine en mano- para llegar a la misa dominical, lugar de reunión y acontecimiento semanal al que no se debía llegar tarde.

Hoy por hoy, paz y vida en la ciudad son incompatibles; la tranquilidad ha sido sustituida por la prisa, el sosiego por la angustia, la calma por el stress… Todo lo necesitamos para ayer, se hace imprescindible vivir en un asalto continuo a nuestro ritmo cardíaco y somos tan tontos que justificamos nuestras vidas agitadas y trepidantes en aras de una supuesta felicidad, asociada al ascenso, a destacar, a conseguir… ¡Qué ingenuos!

Me considero privilegiada por haber descubierto a mis treinta y tantos que el perseguir el equilibrio personal es más importante que la carrera desenfrenada, y que la vida en la ciudad se puede alternar perfectamente con el desahogo, con RESPIRAR! en algún paraje especial, en un pueblo encantador como Belmonte… Afortunados vosotros que así lo habéis disfrutado desde siempre. Sólo os pido que os paréis a pensar en lo que tenéis, en lo que, quizás a veces, vivís sin realmente valorar lo privilegiados que sois.

Os preguntaréis quien soy, lógica curiosidad, una definición primera sería una mujer que perdió en su niñez la parte insustituible que aporta tener raíces rurales, corretear por calles empedradas y buscar renacuajos en el río… Me perdí todo aquello, corriendo por asfalto y sin conocer lo que ahora sé que es necesario.

Pero hoy, de alguna forma, siento Belmonte como algo un poco mío, el amor me ha brindado la posibilidad de acercarme a este mundo, y cuando lo puedo disfrutar in situ me relaja y hace que baje la velocidad de mi mente, a veces disparada. ¿Cómo no querer al lugar que vio crecer, sonreír y correr por sus calles, -tirachinas en mano-, a la persona que ocupa mi corazón?

Gracias Belmonte por darme la oportunidad de conocerte y disfrutarte, espero que algún día me sientas como hija adoptiva, y a todos vosotros, belmontinos de nacimiento o adopción, una petición: paraos a pensar, sólo de vez en cuando, lo afortunados que sois … no dudéis que la felicidad está muy cerca de aquí!!!


Perdidos en la red

diciembre 23, 2007

Javier Úbeda

En estos últimos años, con la implantación de las Nuevas Tecnologías la incorporación de Internet a los hogares mantiene un ritmo respetable.

Es bastante comprensible que la decisión de conectarse a Internet en casa suscite el desconcierto de muchos padres: por una parte temen dejar a sus hijos al margen del progreso y desprovistos de una herramienta que puede ser fundamental en su preparación para el mundo en el que les tocará crecer, aprender y trabajar, pero por otra están alarmados ante las múltiples amenazas para la formación de sus hijos e, incluso, para su seguridad, de las que tienen noticias y cuyo alcance muchas veces no terminan de comprender.

Y esto último –la falta de conocimientos- es lo peor. Quizás no haya precedente histórico de un mayor “abismo tecnológico generacional”. Con demasiada frecuencia, un ordenador conectado a la Red en el hogar es un instrumento frente al que los padres se sienten tan ignorantes e incapaces como sus hijos –desde edades asombrosamente tempranas- diestros y en su medio natural.

Las luces

Internet constituye, sin duda, la herramienta de comunicación, información e intercambio más poderosa de los últimos siglos. Es frecuente comparar su aparición y su influjo transformador de la sociedad con la aparición de la imprenta.

Internet puede ser una gran herramienta de aprendizaje y educación: pone al alcance de los chicos una cantidad de datos hasta ahora impensable y con una enorme facilidad. Lo que antes exigía un elaborado y prolongado proceso investigador hoy se puede obtener en pocos segundos. Millones de páginas web con la información más variada y actualizadas prácticamente al día están a nuestra disposición constantemente, y sólo exigen unas destrezas relativamente elementales en el manejo de otras páginas –llamadas buscadores- para poner la información deseada en nuestra pantalla.

Un estudiante de enseñanza media, por ejemplo, dispone con enorme facilidad de ingentes cantidades de información sobre cualquiera de las materias de sus estudios en forma de texto, imágenes fijas o vídeo, sonidos, etc. No tendría ninguna dificultad para acceder en segundos al esquema de una batalla, los datos económicos o demográficos de cualquier país, el discurso de un personaje histórico, la visita virtual a un museo o la explicación, con todo lujo de detalles, de un experimento científico. Además podrá comunicarse, de forma rápida y muy económica, con sus compañeros, otros estudiantes interesados en la misma materia en cualquier lugar del mundo, o con su mismo profesor para consultarle alguna duda, mediante el correo electrónico o, incluso, en tiempo real mediante cualquier programa de mensajería instantánea.

Las sombras

Pero los motivos de preocupación no son infundados. Internet pone realmente el mundo a nuestro alcance con todo lo bueno y todo lo malo, y facilita el acceso a todo tipo de contenidos incluso, a veces, sin nuestra voluntad expresa. La información disponible es tan enorme como indiscriminada y puede ser difícil distinguir lo realmente valioso de lo insignificante o, incluso, fraudulento y perjudicial.

Sin unos hábitos adecuados la propia disponibilidad sobreabundante de datos pueden contribuir a la superficialidad y a la confusión, dañando los hábitos reflexivos y de interiorización sin los cuales no se produce verdadero conocimiento y el aprendizaje es ficticio. Además, el uso de Internet como herramienta de trabajo es muy reducido entre los más jóvenes, para los que se trata fundamentalmente de un instrumento de ocio que utilizan para “bajar” música, “chatear” (conversar en directo) con amigos o con desconocidos o visitar páginas web de los temas más variados, insustanciales cuando no claramente perjudiciales e incluso peligrosos para su misma seguridad física.

La legislación progresa con cierto retraso sobre el avance tecnológico, por lo que Internet es un área de relativa impunidad donde la ciencia y el ocio caminan de la mano con el delito.

Si a esto se le une la ignorancia paterna, el resultado es que cuando un niño o adolescente se conecta a Internet entra en un reino donde los adultos que le deberían orientar están ausentes y donde, en el menos malo de los casos, el ambiente y el lenguaje se parece demasiado al de los lugares de ocio juvenil en los que la presencia de adultos no es la posibilidad que se tenga en cuenta.

Por todo ello, el acceso a Internet en el hogar puede ir en detrimento de la vida familiar e incluso traer consigo para los hijos problemas de aislamiento real (compatible con una intensa y anónima vida social en la Red) junto a fenómenos de dependencia y “enganche” de lo más variados.

Quizás lo que más preocupa a los padres de familia sean los contenidos inadecuados o intrínsecamente perversos. Se trata de un problema real. Con enorme facilidad cualquiera puede acceder a webs de contenido pornográfico (que constituyen un significativo porcentaje de las disponibles) incluso juvenil e infantil. Contenidos de ese tipo incluso “se cuelan” involuntariamente en los Portales o en páginas añadidas a otras de contenido inocente. Junto a esto hallamos también todo tipo de organizaciones violentas, las sectas más exóticas, instrucciones para fabricar explosivos caseros, información sobre el cultivo, producción y consumo de todo tipo de drogas, etc.

En Internet también se puede contactar con personas y de hecho es una de las actividades preferidas de los jóvenes. Pero sin la debida prudencia cualquiera se puede hacer con los datos personales de los chicos y chicas para intentar un encuentro personal. En los chat rooms no es infrecuente la presencia de adultos de dos categorías: degenerados en busca de menores y policías en busca de los primeros. La educación básica del niño/adolescente internauta debe incluir la negativa a facilitar los propios datos personales a cualquier desconocido.

Los retos

Y entonces, ¿a qué carta quedarse después del panorama descrito? Pensamos que Internet es como el mundo; es, de hecho, una ventana al mundo, y, por tanto, ni mejor ni peor que el resto de los medios de comunicación. Por eso no merece un juicio más severo ni un trato más negativo que la televisión o los periódicos.

Es decir, si ante los problemas y peligros que genera la televisión nuestra decisión es prescindir de ella en casa, lo coherente sería hacer lo mismo con Internet. Pero si, en vez de eso, nos decidimos por educar a nuestros hijos para hacer un uso responsable y ponemos los medios para evitar los peligros que la TV trae consigo, deberíamos utilizar el mismo planteamiento ante la conexión a Internet en el hogar. Por eso la única solución (que es a la vez una fantástica oportunidad educativa) es hacer de Internet una herramienta familiar.

Resulta, pues, del todo improcedente –más bien una imprudencia grave- instalar la conexión a Internet en un lugar de uso privado para los hijos o de difícil control –de horario y de contenidos- por parte de los padres. No se trata de un simple consejo moralizante, sino de una recomendación compartida por las Fuerzas de Seguridad especializadas en delitos informáticos de muchos países. El ordenador conectado debería estar en la sala de estar, en un recodo suficiente amplio de un pasillo o en cualquier otro lugar de uso común y, a ser posible, con la pantalla visible para los que pasan.

El control de contenidos es también necesario. Aunque se están ensayando otras posibilidades, la única solución viable y relativamente eficaz (cada vez más eficaz) la constituye la instalación de un Filtro de Contenidos: programas comercializados (se compran en la misma Red) que, una vez instalados en nuestro ordenador, impiden la visualización de determinados contenidos y/o el acceso a determinadas herramientas (impiden entrar en chats o en algunos de ellos, “bajar” programas de Internet, etc.), restringen la conexión a Internet a un determinado horario e, incluso, limitan los datos propios que se pueden enviar desde nuestro ordenador (para evitar que un niño pueda mandar a alguien no deseado su teléfono, su dirección, etc.). Naturalmente, es el usuario (los padres) el que establece estas condiciones concretas en cada caso y las puede modificar mediante un Menú protegido con clave.

El uso de Filtro se hace imprescindible si se quiere que Internet no genere muchos más inconvenientes que las enormes ventajas que pueda aportar. No dan una seguridad absoluta pues todos se mueven en unos determinados porcentajes de eficacia (cada vez más altos) y por eso no sustituyen el control y la labor educativa de los padres, pero dan el mínimo de seguridad para que nuestra conexión a Internet no se convierta en una bomba de relojería para la educación y seguridad de los más jóvenes. En nuestro país se comercializa Optenet, con una calidad muy aceptable (www.optenet.com).

De todas formas el mayor reto que se plantea a los padres de familia es, sin duda, la necesidad de aprender –aunque ello suponga un esfuerzo nada despreciable- al menos los rudimentos de manejo del ordenador y de Internet. Para ello deben contar primeramente con sus propios hijos, que pueden ser unos magníficos profesores y suelen sentirse muy orgullosos de representar ese papel en el que parece que se invierte la dirección habitual de la educación.

Enseñar a papá y a mamá aquello en lo que los chicos son diestros y los mayores tienden a ser un poco más torpes puede convertirse en un precioso instrumento para hacer familia. Es una ocasión estupenda para transmitir criterios y virtudes (sobriedad, responsabilidad, explicarles la importancia de la cooperación al mal, etc.) permite también a los padres obtener provecho de las múltiples oportunidades que la Red ofrece. Pedirle a nuestro hijo que nos ayude a buscar un horario de aviones o trenes, unas recetas de cocina, información sobre cualquier cuestión supone un buen refuerzo de su autoestima y un favorecer la convivencia.

Sería muy conveniente que cualquier padre que tenga un ordenador en casa supiese manejar el explorador del sistema operativo, que le permite visualizar rápidamente los archivos almacenados, o acceder al caché del navegador, en el que se almacenan los archivos más recientes bajados de Internet, o el historial, donde se guardan las direcciones de las últimas visitas. Si aquí se encontrasen cosas indeseables (o si se detecta que es limpiado después de su uso) se pueden localizar los problemas antes de que se conviertan en hábitos.

Esta necesidad de aprendizaje se ve cada vez más apoyada por las instituciones educativas y por organismos oficiales. Recientemente ha empezado a funcionar desde España la página Navegación Segura (www.navegacion-segura.es) donde los padres pueden encontrar consejos, ideas, asesoramiento e información sobre las diversas herramientas de las que hemos hablado y su funcionamiento.